ISSN: 0213-2079 – ISSN electrónico: 2386-3889

DOI: https://doi.org/10.14201/shhmo20184022530

PRESENTACIÓN

Presentation

Mónica BOLUFER

Universitat de València

Correo-e: Monica.Bolufer@uv.es

María Luz LÓPEZ TERRADA

INGENIO-CSIC/Universitat Politècnica de València

Correo-e: maloter1@ingenio.upv.es

RESUMEN: En este texto de presentación a un dossier colectivo de estudios sobre historias de vida, curación y religiosidad se revisan las conexiones entre experiencia espiritual y percepción de lo corporal en las vidas de las mujeres de la época moderna, en particular religiosas y sanadoras en España y las Indias. A través de fuentes como procesos judiciales, escritos místicos y escritura personal (cartas y memoriales), los artículos que siguen exploran las formas de afirmación individual a través de los vínculos sociales, pero también contra los destinos prefijados por otros.

Palabras clave: Cuerpo; salud; enfermedad; curación; misticismo; experiencia religiosa; mujeres; identidad personal; religiosas; curanderas.

ABSTRACT: This introduction to a collective essay collection on life stories, healing and religion revises connections between spiritual experience and perceptions of the body in the lives of early modern women, particularly nuns and women healers in Spain and America. By analysing sources such as court records, mystical writings, letters and legal statements, the journal essays that follow explore how individual identities are expressed through social networks, but also against externally imposed destinities.

Key words: body; health; illness; healing; mysticism; religious experience; women; personal identity; nuns; women healers.

La experiencia espiritual y la vida religiosa, por un lado, y los saberes sobre el cuerpo y cuidados de la salud, por otro, han sido desde hace décadas campos privilegiados para la historia de las mujeres. Sin embargo, se ha tratado de temas que han tendido a enfocarse por separado, desde tradiciones historiográficas distintas, como son la historia religiosa y la historia de la ciencia, en particular de la medicina. En este informe queremos ponerlos en relación, recogiendo la herencia de aquellas tendencias de la historia social y cultural que, con particular intensidad en la historiografía italiana y la británica (también en la francesa), se han interrogado por los vínculos entre espiritualidad, vida monástica y experiencias del cuerpo, que tuvieron una relevancia especial en las vidas de las mujeres, a través del análisis de fenómenos como la mística, las curaciones milagrosas, los recursos sanitarios o las ideas en torno a la salud y la enfermedad.

Las autoras de estos trabajos (Giovanna Fiume, Laura Guinot, Mª Luz López–Terrada, Carolin Schmitz, Estela Roselló) forman parte del proyecto de investigación que venimos desarrollando en los últimos años y que ha situado en su foco de análisis la construcción (sexuada) de nociones y prácticas del yo y de la identidad personal entre la Edad moderna y los inicios de la época contemporánea1. A ellas se suma una especialista en estudios literarios (Elena Carrera), a quien invitamos a participar en nuestra reflexión y debates precisamente para enriquecer nuestras perspectivas desde un enfoque interdisciplinar. Todas ellas han abordado desde ángulos poco habituales el análisis de lo que significó en la vida de las mujeres de los siglos XVI y XVII la conexión simbólica establecida entre lo femenino, lo corporal y material y lo religioso. Y lo han hecho con miradas distintas, pero que tienen en común el estudio en profundidad, atento a las singularidades individuales dentro de los patrones colectivos y sensible a la capacidad de acción de los sujetos y a sus estrategias para resignificar de formas que les resultasen más favorables las tradiciones culturales, espirituales, médicas o mágicas heredadas. Las figuras estudiadas en estos trabajos son religiosas o curanderas que vivieron en el siglo XVII (y la segunda mitad del XVI) en Castilla, Sicilia y Nueva España. Una de ellas es ciertamente célebre, Teresa de Jesús; de otras apenas sabíamos nada, pese a su egregio nacimiento y elevada posición social (sor Anna Maddalena Valdina) o su notoriedad como figuras de devoción popular en su tiempo y todavía hoy en día (la Beata Inés de Benigànim). Otras, en fin, son sujetos casi invisibles para la historiografía tradicional, que emergen a partir de una mirada interrogativa y de una investigación con procesos judiciales, documentos que permiten penetrar en la cotidianeidad a partir, precisamente, del conflicto que rompe la rutina del día a día y saca a la luz vidas y prácticas que de otro modo hubieran permanecido sepultadas en el silencio o el anonimato.

Unas condujeron su vida y tomaron sus decisiones en el marco de la vida conventual y en relación con las instituciones religiosas: guiadas por una profunda vocación (Teresa de Jesús, Inés de Benigànim) o, por el contrario, por el firme rechazo al destino monástico que otros habían fijado para ellas (Anna Valdina). Otras vivieron en ciudades y pueblos, ganándose la vida con sus saberes y habilidades en el cuidado de la salud, adquiridos de manera informal y con frecuencia ecléctica, hibridando un galenismo que no solo informaba la tradición médica culta y universitaria, sino que permeaba la cultura de la época, así como otras tradiciones empíricas, religiosas o mágicas (incluidos, en Nueva España, los saberes indígenas o africanos). En ellas, y con todas las precauciones, podemos apreciar cómo emerge un cierto sentido de su identidad individual que no corresponde, sin embargo, a una idea romántica del sujeto desligado de sus circunstancias, sino que se incardina en sus contextos y sus relaciones sociales.

Giovanna Fiume estudia con minuciosidad y brillantez la historia de una noble siciliana, Anna, hija del príncipe de Valdina, obligada por su familia a hacer votos religiosos, en virtud de las estrategias que asignaban un destino diferenciado a los hijos e hijas en función de su sexo y de su orden de nacimiento. Lo llamativo es que ella manifestó desde el primer momento su firme oposición, en la que no cejó durante casi 50 años, en el transcurso de los cuales planteó una intensa batalla judicial conducida de forma inteligente y firme. Su lucha le permitió finalmente dejar el convento y designar a su voluntad un heredero, imponiéndose así sobre su hermano, quien tras la muerte de su padre le había venido negando el consentimiento para abandonar la vida religiosa. La imagen de una niña que ingresa en el claustro a los siete años y que puede liberarse de él por fin a los 65, ya anciana, tras una vida encerrada, para morir tres años después, es a un tiempo trágica y victoriosa. En absoluto se corresponde con las visiones estereotipadas y románticas, imbuidas de fantasías masculinas, que los ilustrados y liberales más anticlericales de los siglos XVIII y XIX (desde Diderot a Blanco–White) difundirían en sus críticas al clero regular, y en las que las jóvenes inocentes aparecen como víctimas inermes de padres desalmados. Es más bien la historia de una férrea voluntad y una nítida conciencia de sí (de su propia dignidad como mujer noble que no está dispuesta a ser avasallada), que Giovanna Fiume explora con sutileza a partir de los numerosos memoriales escritos por Anna Maddalena Valdina a lo largo de su prolongada batalla.

Elena Carrera aborda los escritos espirituales y autobiográficos de Teresa de Ávila desde los novedosos enfoques de la historia de las emociones, interrogándose sobre cómo podemos comprender emociones del pasado que nunca podremos experimentar en el modo en que fueron vividas; en este caso, el miedo al demonio y al infierno. Carrera, especialista en literatura religiosa del siglo XVI, apuesta por una lectura de los textos imbuida de un fuerte sentido de su historicidad, en la estela del New Historicism, por lo que su contribución resulta de particular interés para historiadores e historiadoras, habituados por las reglas de nuestra disciplina a evitar trasposiciones anacrónicas de significados, pero menos versados en analizar en toda su riqueza los textos literarios (incluidos los espirituales). Por otra parte, su pregunta sobre si es necesario que el sujeto de la investigación se involucre emocionalmente (o trate de hacerlo) para intentar acercarse más a los estados de ánimo de los sujetos que investiga interpela a una Historia que hace tiempo que ha abandonado las pretensiones absolutas de neutralidad y aséptica objetividad del historiador y reflexiona de formas más complejas sobre las relaciones entre sujeto y objeto del trabajo histórico, sin abrazar por ello el relativismo ni renunciar a una voluntad de rigor. Del trabajo de Elena Carrera se desprende una Teresa de Jesús que evoca sus emociones (incluida la muy intensa experiencia del miedo al demonio y a la condenación eterna) en un lenguaje poderosamente corporal, lo que no significa que se trate de sentimientos puramente naturales, sino que deben entenderse en un contexto cultural y social preciso y en diálogo entre la experiencia propia y la tradición espiritual recibida.

Laura Guinot, a través del estudio de la Beata Inés de Benigánim, una monja valenciana del siglo XVII, analiza en profundidad la relación entre lo corporal, lo femenino y lo espiritual a través de fenómenos como los éxtasis, las mortificaciones o las reliquias. Para ello pone en un primer plano la importancia que tuvo el cuerpo para las mujeres como una expresión y manifestación de lo divino y la santidad, en el contexto de la religiosidad barroca propia del siglo XVII, estudiando en qué modo afectó la reforma tridentina a las vidas de estas mujeres y al modelo de santidad femenina, en el que las virtudes de castidad, obediencia, caridad y pobreza adquirieron una importancia central. A partir del análisis de la figura de la Beata Inés, una mujer que, en directo contraste con Teresa de Jesús, no sabía ni leer ni escribir, Laura Guinot muestra la importancia que el cuerpo podía adquirir para una religiosa del siglo XVII, siendo uno de los elementos que mejor definió su identidad como santa. Por una parte, lo convirtió en un lenguaje fundamental de la construcción de su personalidad y su identidad como monja, a través del cual expresar una profunda devoción religiosa y un rechazo hacia todo lo terrenal, que le permitió, ya en vida, adquirir en su comunidad una reputación como santa, una fama que le otorgaría un importante papel como consejera e intercesora con la divinidad para obtener milagros. Por otra parte, ese mismo cuerpo castigado y despreciado, como parte del tipo de estrategias habituales de las religiosas extáticas del siglo XVII, fue, especialmente tras su fallecimiento e incorruptibilidad, la parte de su ser en la que residirían sus cualidades santas, capaz de hacer milagros y objeto de culto para todos sus devotos.

Los dos últimos artículos, el escrito por Estela Roselló y el de María Luz López Terrada y Carolin Schmitz, analizan, desde fuentes similares (procesos inquisitoriales) y con planteamientos historiográficos comunes, la actividad como agentes de salud –centrales en la experiencia de búsqueda de la salud en una sociedad de Antiguo Régimen– de mujeres en dos ámbitos geográficos diferentes. Para situar adecuadamente ambos trabajos hay que tener en cuenta que en los últimos años la historiografía médica internacional ha empezado a mostrar un mayor interés en las mujeres que practicaron la medicina: tanto las matronas, como las mujeres que ejercieron diversas actividades curativas y cuyo grado de legitimidad en el ejercicio varió según épocas y regiones. Estela Roselló estudia cómo las curanderas en la Nueva España tuvieron una cultura médica híbrida propia del orden cultural complejo y diverso de la sociedad virreinal. Entre ellas había tanto mujeres indígenas como españolas, mulatas y mestizas que, frente al estereotipo habitual, tuvieron un amplio espectro de pacientes, atendiendo y curando tanto a hombres como a mujeres, a personas de los sectores menos favorecidos y de los estamentos privilegiados, y colaborando incluso con los médicos, representantes de la medicina galénica oficial. Así, en una sociedad tan plural y compleja como la novohispana, el contacto y la interacción cotidiana con personas de diversas procedencias y sectores fue fundamental en la construcción de su práctica médica para hacerse con un lugar propio en el universo del pluralismo médico. A través de este estudio se concluye cómo las curanderas, a partir de diferentes estrategias individuales y un sistema cultural híbrido que incorporó elementos de tradiciones y orígenes muy diversos entre sí pero comprensible para un amplio espectro de la población, fueron un importante recurso dentro del pluralismo médico del Imperio español del siglo XVII, al igual que lo fueron en la Península, como se mostrará en el siguiente artículo. Todo ello, teniendo en cuenta que la Nueva España era un ámbito cultural de saberes y conocimientos diversos sobre la salud y la enfermedad que, al coexistir, aunque a veces compitieron o entraron conflicto, también negociaron dando a expresiones médicas híbridas propias de un mundo de contactos, intercambios y encuentros culturales intensos y cotidianos.

Por último, el capítulo de María Luz López Terrada y Carolin Schmitz se centra en cómo en la Castilla del siglo XVII los sanadores, y especialmente las mujeres, eran un grupo heterogéneo que sostenía, junto con los representantes de la medicina reglada, el sistema de salud para una muy diversificada población, en un momento en que no había una titulación que las acreditara como tales. Así, a través de unas poco documentadas sanadoras irregulares y utilizando como fuente procesos inquisitoriales de los tribunales de la Inquisición de Cuenca y Toledo, las autoras muestran cómo la definición y representación de un yo individual se convirtió en una estrategia para mostrar públicamente sus conocimientos y su capacidad de curar y ser reconocidas por la colectividad en la que vivían. Las tres sanadoras estudiadas eran mujeres que ejercieron en un mismo periodo histórico, alrededor del año 1650, pero en contextos y con formas de vidas de muy distinta índole, lo que muestra claramente la gran variedad de identidades que se podían agrupar bajo el amplio término de «curandera». Además, las autoras han considerado necesario incluir en este análisis a un sanador, importante recurso sanitario durante el periodo estudiado, porque tal y como demuestran las fuentes estudiadas hubo hombres que, aunque teóricamente tenían, por su sexo, acceso al sistema oficial, por voluntad propia o por circunstancias socioeconómicas ejercieron como sanadores irregulares y, al igual que las mujeres, buscaban establecer su reconocimiento como tales. Ambas autoras concluyen que este reconocimiento social se obtiene a través de una identidad individual que, en la mayoría de los casos, puede conllevar identidades plurales, de acuerdo con la estrategia más adecuada en cada momento, como sanadores empíricos, académicos o mágico–creenciales. Por último, muestran cómo se manifiestan en una persona juzgada por la Inquisición claras contradicciones entre la vida que hace ante los pacientes, la imagen de sí misma que ofrece la encausada y la que construye frente a la acusación. Una incoherencia que es fruto de una fórmula necesaria para poder seguir ejerciendo su actividad, pese a las dificultades que los curanderos sin título oficial se encontraban ante los diferentes sistemas de control. En síntesis, como se puede ver en este estudio, las construcciones de una identidad partían muchas veces no solo de los objetivos planteados, sino también de las estrategias que, a su vez, producían y daban lugar a diferentes representaciones del yo, todo ello para obtener un reconocimiento social como personas con capacidad de sanar.

Esperamos que los trabajos reunidos en este dossier, fruto de un diálogo prolongado y productivo entre estudiosas procedentes de la historia social y cultural, la historia de las mujeres y el género y la crítica literaria, estimulen la reflexión sobre los enfoques, las categorías y las fuentes que nos permiten aproximarnos, con todas las cautelas, a los escurridizos pero apasionantes problemas de la identidad y la voluntad personal y de las vivencias del cuerpo en la época moderna.

NOTA

1 . Construcciones del yo: narraciones y representaciones del sujeto moderno, entre lo individual y lo colectivo (ss. XVII-XIX), financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (HAR 014-53802-P). Versiones preliminares de estos trabajos se discutieron en el marco del Seminario Internacional. Feminidades representadas y subjetividades alternativas: mujeres entre la modernidad y la contemporaneidad, celebrado en la Universidad de Cádiz del 26 al 28 de octubre de 2016.